Lo que sigue es un análisis del libro Crisis, recuperación y
nuevos dilemas. La economía argentina 2002-2007, capítulo 1 (homónimo) de
Guillermo Anlló, Bernardo Kosacoff y Adrián Ramos. CEPAL 2007.
Con un lenguaje bastante técnico y oraciones largas, tres
economistas hacen una intro a un libro que analiza la economía argentina desde
la salida de la crisis hasta la intervención del INDEC. El mismo tiene tres
partes macro, micro y análisis social.
El PBI argentino creció 8,2% anual entre 2002 y 2007. Sin
embargo, sólo ascendió 10% por habitante entre 1998 y 2007, apenas 1% anual. La
economía pasó a depender mucho más del mundo: El indicador “(Importaciones +
Exportaciones) / Consumo Privado” se ubicó en 40%, más del doble que en la
década del 1990.
Sorprendentemente, entre 1975 y 2007 el PBI argentino creció
0,6% anual con 19 años de subida y 14 de bajada.
En ese lustro Brasil pasó a tener un rol mucho mayor en la
economía argentina, especialmente con la adquisición de empresas emblemáticas
en frigoríficos, cerveza, cemento, petróleo y acero.
La crisis de 2001 se caracterizó por una no huída del peso
como moneda de cambio, una fuerte devaluación que hizo abaratar las expo
(apropiadas en parte por del estado con los derechos de exportación) y un gasto
público dormido.
De hecho, las exportaciones eran aproximadamente USD 12 MM
en 1994, USD 25 MM en 1996 y USD 50 MM
en 2006. La participación de Argentina en el comercio mundial fue contante:
0,45%.
El 85% de las expo eran bienes primarios, combustibles y
manufacturas de bajo contenido tecnológico. Del 15% restante los sectores más
importantes eran el químico y el automotriz.
Las importaciones siguieron con la misma estructura. No hubo
avances en la sustitución de importaciones de bienes de capital. La rápida obsolescencia
de los bienes de consumo y la preferencia por la liquidez hacían preferible la
importación a la producción local.
Debido a la cantidad de recursos de capital ociosos y al
aumento de la demanda interna, la desocupación bajó fuertemente. La
informalidad del empleo se ubicó en niveles altos. Los aumentos de suma fija y
el alza del salario mínimo disminuyeron la disparidad de ingresos.
En cuanto a la inversión se caracterizó por proyectos a
corto plazo. La cantidad de equipo durable era similar al de la década de 1990
y la situación energética era débil. Sólo a partir de 2004 la inversión se
destinó a ampliaciones.
La recaudación fiscal mejoró debido a los mencionados
derechos de exportación y a los tributos sobre una actividad que crecía. Además
del congelamiento nominal del gasto público, la reestructuración de la deuda significó
una baja sobre la presión financiera del sector público.
La devaluación hizo aumentar la deuda empresarial (que
estaba denominada en dólares). Hubo un reordenamiento de los compromisos entre
empresas.
La inversión extranjera directa se caracterizó por aportes
de capital que sirvieron para cancelar deuda. (Nota de autor: Podemos pensar
que los ratios de endeudamiento estaban muy altos y que se sustituyó deuda por
capital). De hecho para 2004 los ratios de endeudamiento se ubicaron en valores
similares a los de antes de la crisis.
En los sectores transables (N de A: aquellos que tienen un mercado internacional) los costos operativos se mantuvieron constantes mientras aumentaban los precios de los de los bienes vendidos. Las condiciones previas (baja inversión, debilidad de la industria y reducción de planteles de alta calificación) supusieron producción de bienes con menor tecnología y valor agregado.
La recuperación de la industria se dio fundamentalmente a través de la reducción de los costos salariales y la licuación de pasivos que mejoraron los márgenes.
Uno de los párrafos más notables del documento habla que en todos los períodos se culpa al precedente por los males sufridos. En los 1970s los culpables eran la crisis internacional y los conflictos político-institucionales; en los 1980s era el proceso; a fines de los 1980s era la hiperinflación; en los 1990s eran los límites impuestos por la convertibilidad y en los 2000s la crisis. (N de A: en 2013 se culpa otra vez a la crisis internacional, sin dejar de culpar a la convertibilidad).
El sector agropecuario presentó una gran cantidad de innovación
en los últimos 15 años. Los precios internacionales favorables y la caída de
los costos de producción favorecieron al sector.
Hasta los 1930s se producían aproximadamente 20 M ton.
anuales de granos. En los 1980s se llegó al doble. Esto sucedió gracias a la plena
incorporación de la revolución verde que había comenzado en los 1960s. La
revolución verde supuso la mecanización del campo y el desarrollo de variedades
de cultivo híbridas.
En los tempranos 2000s se llegó a una cosecha de 90 M ton. Las causas
de este aumento notable de la producción fueron múltiples: Cambio tecnológico,
introducción de organismos genéticamente modificados, fertilizantes y herbicidas;
incorporación de la siembra directa y mejoramiento del acopio; una demanda
internacional fuerte; un nuevo mercado financiero aplicado al agro; nuevos
actores: multinacionales dedicadas a la bioquímica, semilleros y contratistas.
En los sectores transables (N de A: aquellos que tienen un mercado internacional) los costos operativos se mantuvieron constantes mientras aumentaban los precios de los de los bienes vendidos. Las condiciones previas (baja inversión, debilidad de la industria y reducción de planteles de alta calificación) supusieron producción de bienes con menor tecnología y valor agregado.
La recuperación de la industria se dio fundamentalmente a través de la reducción de los costos salariales y la licuación de pasivos que mejoraron los márgenes.
La innovación se caracterizó por un bajo gasto, una
concentración en la adquisición de maquinaria y equipo, un porcentaje de
empresas con programas de I+D relativamente alto y una baja integración.
Uno de los párrafos más notables del documento habla que en todos los períodos se culpa al precedente por los males sufridos. En los 1970s los culpables eran la crisis internacional y los conflictos político-institucionales; en los 1980s era el proceso; a fines de los 1980s era la hiperinflación; en los 1990s eran los límites impuestos por la convertibilidad y en los 2000s la crisis. (N de A: en 2013 se culpa otra vez a la crisis internacional, sin dejar de culpar a la convertibilidad).
Foto: domdeem Freedigitalphoto
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